La sequía que afecta a la región se debe al cierre de las compuertas de las represas de energía eléctrica brasileña ubicadas río arriba.
La bajante del Río Iguazú y la del Paraná, que registró este año la marca más baja desde 1978, según las mediciones que se hicieron en la represa hidroeléctrica Yaciretá, el caudal medio del 2019 finalizó como el segundo más bajo desde 1971. Pero la pérdida de caudal del río no solo dejó al principal centro turístico del noreste argentino sin su habitual belleza, también afectó la provisión de agua potable en Puerto Iguazú, en medio de la pandemia de coronavirus Covid-19.
El Instituto Misionero de Agua y Saneamiento informó que elevaron “el reclamo a Nación y a Cancillería para que intervengan ante el vecino país, ya que la bajante del río Iguazú está ligada al cierre de compuertas y retención de agua del río para la producción de energía eléctrica”.
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