Miles de crías murieron en la Antártida porque se derritió su hábitat debido al cambio climático, el derretimiento de los hielos en la bahía Halley que está provocando desde hace tres años la
paulatina desaparición de la segunda colonia más grande en el mundo. Un estudio científico del BAS British Antartic Survey reveló que el "continente blanco" sufre
una fuerte crisis relacionada con la reproducción de dicha especia y advirtió
que las fuertes tormentas destruyeron glaciares, lo que afectó el período de
incubación de las aves.
El pingüino emperador (Aptenodytes Forsteri) es de la familia
Spheniscidae, la de mayor tamaño y peso entre sus 18 especies. El Informe del BAS reportó que en 2016 el hielo sobre el que los pingüinos criaban a sus bebés
cedió, matando a casi todos los pequeños. La catástrofe radica en las tormentas que se producen en octubre y noviembre y aceleran el proceso de destrucción del hielo marino. La fragilidad de la superficie provoca que las crías del
pingüino emperador se hundan y se ahoguen antes de contar con las alas que les
permitan nadar. Este patrón se repitió en 2017 y nuevamente en 2018 y como
resultado esta colonia casi ha desaparecido.